El estatus social de la persona va a influir de manera trascendental en su manera de ver la salud y el higiene.
Obviamente cada persona tiene una visión propia según sus costumbres y cultura de llevar la vida.
Algunas veces mas saludables que otras, y en la que también va a influir nuestra personalidad, hábitos y lugar en el cual vivimos.
No importa cual sea nuestro trabajo, cuales sean nuestras ocupaciones o nuestro grado de estudio, si una persona lleva en su ser el ser sano y tener los hábitos adecuados nadie podrá decir lo contrario.
La edad podría bien ser un problema o factor al que se le atribuyen muchas enfermedades.
Pero no quita que la persona deje de tener los hábitos que previenen tener enfermedades por consecuencia del descuido personal.
Por otra parte, hay creen y culturas en los que nuestros hábitos son mal vistos o por el contrario sus costumbres nos parecen desagradables e incluso nocivas, como en el caso de culturas que injieren animales poco usuales como ratas, reptiles e insectos venenosos.
Todas estas características pueden ser puestas en practica en nuestra vida cotidiana.
Con el solo observar un historial medico de un paciente podemos percibir cuales son las condiciones de salud en las que se encuentra, su estado de bienestar psicológico, y también podemos apreciar algunas de sus costumbres y uno que otro mal habito que tengan.
Es de vital importancia para nosotros el conocer y sabes interpretar todas esas señales ya que nos van a permitir saber como tratar de comunicarnos de manera efectiva con los pacientes, desarrollar mas nuestro interés por el caso clínico que tratemos y dar consejos precisos para evitar que el mal que padece nuestro paciente ocurra en una próxima ocasión.
Es importante tener en alerta constante nuestro lado mas sensible.
Mas allá de ayudar a mejorar la sonrisa de quien esta siendo atendido por nuestras manos, en nuestra labor, si somos buenos y captamos los estados emocionales de nuestros pacientes y comprendemos su verdadera necesidad, podríamos ir mas alla de esa simple sonrisa, sino que también podríamos alegrar el alma de ese convaleciente.
¡Y recordemos que la salud no siempre es solo física, sino también mental y espiritual!